jueves, 20 de marzo de 2008

Llegó el día. Hoy se estrena TDL en Argentina (por lo menos en Buenos Aires)

Quiero ir corriendo a verla ya mismo. Pero no puedo. Maldito trabajo, malditas responsabilidades. Aún no sé si voy a poder ir mañana o recién el sábado. Mientras tanto, quienes puedan ir a verla háganlo. Ya saben, si les gusta Wes Anderson, la van a disfrutar mucho. En fin, les dejo más artículos y críticas que van siendo publicadas (algunas más agradables que otras):



De AmbitoWeb

Un pequeño taxi corre por las calles de una ciudad hindú, llevando un hombre ya medio maduro, que baja apurado en la estación, y, sin pagarle al taxista su viaje, corre detrás del tren que acaba de partir. En cámara lenta, lo alcanza, lo mira, y lo pasa un joven más flaco e igual de apurado. La película recién empieza, y el asunto promete. Pero se queda en promesas, lo que es coherente con el relativo fracaso de sus personajes, y se alarga sin necesidad, lo que es coherente con el estilo de su autor, el sobrevalorado Wes Anderson («Rushmore», «Los excéntricos Tenenbaum», «La vida acuática»). En esta nueva historia suya de familias disfuncionales, tres hermanos, cada uno con su frustración y sus neuras, ya bastante grandes para ser tan imbéciles, se reencuentran, un año después de la muerte del padre, y se prometen un nuevo intento de reconciliación. Dicho intento requiere el esfuerzo de un viaje estrictamente programado a través de la India, una suerte de viaje espiritual a media hora por templo, o cosa parecida, quizás hasta alcanzar el reencuentro con la madre, que evidentemente ha huido de ellos (y diríamos que huyó con justa causa, si al conocerla no sospecháramos también su culpabilidad en la falta de tornillos de la especie). Así les va.

El asunto daba para una comedia bien suelta, pero el director prefirió mantener su celebrado estilo de mirada intelectual, cámara ocasionalmente mareada, y héroes irremediablemente necios, de cuyas penas difícilmente nos apiademos. Hay, sin embargo, una secuencia muy señalable, cuando los tres cargosos cargados de valijas se topan con un drama real, dejan (por un momento) de pensar en sí mismos, y la película deja también de acompañarlos con una amable música de fondo. Se impone el silencio, porque la vida y la muerte les imponen, en medio del camino, algo trascendente. Lástima que después la película sigue, y sigue, y todo sigue igual.

En fin, cualquier viaje al exterior es también un viaje interior, nadie aprecia su entorno si está obsesionado mirando su ombligo, etcétera, las moralejas del film son más o menos evidentes. Las excelencias del director no lo son tanto.

De Ciudad Asbtrakta

Otro de los niños mimados del espectador joven melancólico está de vuelta. Wes Anderson llega con “Viaje a Darjeeling” y un elenco destacado que incluye a Owen Wilson, Jason Schwartzman, Adrien Brody, Anjelica Huston, Barbet Schroeder, Bill Murray y Natalie Portman. Anderson -no confundir con Paul Thomas- es seguramente el director que mejor sabe aprovechar el ancho de la pantalla y que con sus dos últimos filmes, “Los excéntricos Tenembaum” y “Vida acuática”, creó un universo fílmico personal que consta de varios factores: una puesta en escena minimalista y precisa, un humor absurdo sumamente hermético, un gran conocimiento musical que repercute en la puesta en escena y personajes melancólicos que muchas veces pueden resultar algo forzados e impostados. El humor en Anderson, básicamente, funciona a partir de la edición y el conocimiento del tiempo de los planos. Pero no diríamos que es un director de comedia -o sí lo es, pero de comedia excéntrica-. En su mundo confluyen la tristeza de la incomodidad y las relaciones filiales. “Viaje a Darjeeling” resume un poco eso en la travesía que inician tres hermanos en busca de reencontrarse espiritualmente tras la muerte del padre y lo hacen yendo a la India. Si en “Vida acuática” se comenzó a notar cierto desgaste y autoindulgencia, este parece el punto máximo del ombliguismo estético. NdR: antes de la película se proyecta el corto “Hotel Chevallier”, donde se presenta a uno de los personajes de este film.

De La Nación

Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, Estados Unidos/2007). Dirección: Wes Anderson. Con Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Amara Karan, Wallace Wolodarsky, Anjelica Huston, Waris Ahluwalia e Irfan Khan. Guión: Wes Anderson, Roman Coppola y Jason Schwartzman. Fotografía: Robert Yeoman. Edición: Andrew Weisblum. Diseño de producción: Mark Friedberg. Producción hablada en inglés con subtítulos en castellano y presentada por 20th Century Fox. Duración: 91 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena

Con 38 años y cinco largometrajes en su haber, Wes Anderson se ha convertido en uno de los directores más vanguardistas, creativos y excéntricos (como sus personajes) del nuevo cine norteamericano. En poco más de una década de carrera, se ha ganado la admiración de un nutrido grupo de fanáticos incondicionales, pero también -especialmente con sus dos últimos trabajos- cierto rechazo por parte de un creciente sector de la cinefilia que ha empezado a castigar su manierismo, su virtuosismo formal por momentos insustancioso, su distanciamiento y frialdad emocional, su permanente apuesta por el artificio, su desmañado humor absurdo y su regodeo en citas y guiños cómplices para los cultores iniciados de su iconografía pop.

Lo que en sus tres notables primeras películas ( Vivir del azar , Tres es multitud y Los excéntricos Tenenbaum ) funcionaba como novedad y de manera bastante articulada, en Vida acuática y en Viaje a Darjeeling se acerca demasiado a la autoparodia, a la reiteración que abruma y al capricho artístico de alguien que ha recibido demasiados elogios en muy poco tiempo.

En Viaje a Darjeeling , tres hermanos (Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman) se reencuentran tras un largo distanciamiento luego de la muerte de su padre para compartir un viaje en tren por la India pensado como proyecto común de sanación y de crecimiento espiritual y como punto de partida para una posible búsqueda de su madre (Anjelica Huston), una mujer que ha optado por la vocación religiosa y la tarea humanitaria en una recóndita zona de ese país.

La película, como en todo el cine de Anderson, ofrece unos cuantos planos secuencia suntuosos y embriagadores, personajes y diálogos delirantes, imágenes y situaciones muy creativas tanto en interiores (especialmente en el tren que los conduce) como en los exteriores de la India, pero en buena parte de su escasa hora y media de duración deja también una sensación de acumulación inorgánica y anárquica que coquetea peligrosamente con lo anodino.

Los seguidores de Anderson encontrarán en la apuesta por el absurdo, en su talento formal, en la ecléctica selección musical (que incluye desde homenajes a las bandas sonoras del director indio Satyajit Ray y de la dupla Ismail Merchant-James Ivory hasta composiciones de Claude Debussy, Ludwig van Beethoven, los Rolling Stones y The Kinks), y en los cameos de Natalie Portman, Bill Murray y Barbet Schroeder sobrados motivos para el regocijo y la celebración. Para ellos, además, hay otra gran noticia: antes de la película se proyecta Hotel Chevalier , cortometraje de 13 minutos rodado en un hotel de París que funciona como suerte de precuela del largo y que encontrará su razón de ser en el final de Viaje a Darjeeling .

Diego Batlle


De Terra Argentina


Wes Anderson, uno de los más grandes realizadores contemporáneos, viaja a la India para homenajear a Satyajit Ray, cineasta que siempre fue a contramano de Bollywood y el autor más prestigioso de su país para la cinefilia mundial (la trilogía de Apu es la obra por la cual el indio siempre será recordado). Lo llamativo es que el director de Los excéntricos Tenenbaums apela a una comedia para el homenaje a un autor que siempre tocó temas trágicos. Mucho más curioso es que la comedia en cuestión tenga muchos puntos de contacto con el cine del argentino Martín Rejtman. Anderson apela a algunas metáforas lineales: el viaje de los tres hermanos termina siendo, además de físico, espiritual y mantiene siempre un sentido de búsqueda emotiva; las valijas del padre son un símbolo del lastre emocional que cargan los hijos. Pero más allá de significados poéticos y homenajes, la belleza de cada plano y la soltura para moverse en los difusos límites que separan al drama de la comedia se mantienen intactas en esta quinta película. Como si a Wes Anderson no le sobrara ya con Viaje a Darjeeling para el 10, la proyección incluye el corto Hotel Chevalier donde una Natalie Portman desnuda por completo hace sufrir a Jason Shwarztman en París.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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